lunes, febrero 02, 2015

Suzuki Fest Costa Rica 2015

Aquí de nuevo.

Siempre me causa una emoción muy especial.

Por una semana me puedo sentir orgullosa de cargar mi violín de un lugar a otro y ser vista como si fuera una músico en formación de verdad. En cierta forma es verdad, pero a la vez no termino de sentirlo.

Empecé a estudiar música de muy chica, pero nunca tuve buenos resultados, pasé por la guitarra, flauta, arpa, piano, canto sin lograr nada y obteniendo más impedimentos para la música que otra cosa.

Hace unos 3 años participé en mi primer Suzuki Fest como mamá, la experiencia fue intoxicante, yo quería estar allí arriba, aunque luciera ridícula entre los niñitos, y un par de semanas después fui a la tienda y compré el violín más barato que tuvieran. Le dejé bien claro a mi hijo que tendría que ser un secreto, que no debía compartirlo con nadie, especialmente de la familia. No me equivocaba al imaginar que la mayoría desaprobaría este nuevo proyecto.

El primer año avancé mucho, y participé en el siguiente festival como alumna, les resultó extraño a todos pero no importó, la experiencia fue maravillosa para mí.

Siempre siento vergüenza de que tocar para otras personas, pienso que debe resultar insoportable escuchar una música que no les interesa con una interpretación tan mala como la mía pero por dentro siento una cosa loca que se me quiere salir del pecho y que me tiene al borde de las lágrimas, como si fuera el último día de mi vida o la cosa más increíble que he hecho nunca.

La música es un campo difícil para mí, durante mi vida a ningún maestro se la ha ocurrido decir que tengo talento, buen oído o facilidad, más bien que desentono y otras cosas por el estilo, mientras que me trataban de enseñarme cosas que hacían ver como obvias y que a mi siempre me parecían muy complicadas, lo que ha reforzado mi idea de que, no sólo la música es sólo para los elegidos y muy complicada, sino de que debo ser idiota.

El método Suzuki y el violín (el séptimo instrumento que he intentado aprender a tocar en mi vida), me han sanado en gran parte. Y sigo en el camino, con la conciencia que posiblemente no llegará a nada concreto, aún sintiéndome incapaz, pero insistiendo. Con el corazón latiendo muy fuerte cada vez que puedo tocar para alguien, o en grupo.


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