lunes, enero 19, 2015

¿Es la paternidad una nueva religión?

Leí este artículo que es una reproducción del que Danielle Teller escribió originalmente en inglés. En ellos se habla de un ensayo publicado por el New York Times en 2005 escrito por Ayelet Waldman, en el que decía que amaba más a su esposo que a sus hijos, y por el que recibió agresiones públicas.

El artículo de Teller sugiere que la paternidad se ha convertido en una nueva religión que es la causa principal de los problemas en los matrimonios y la tasa de divorcios actual. Dice que la manera en que se habla de lo hijos actualmente se equipara con la de dioses porque no se permite decir nada negativo en contra de ellos y que los padres no pueden admitir que no les agradan sus hijos a veces o incluso que son insoportables.

Uno de los puntos que molesta del artículo es la idea de que el niño nace formado, con un conjunto de características, que además se encasillan en dos únicas columnas, las malas y la buenas, y pueden ser personas insoportables desde chicos hasta grandes. Yo no estoy de acuerdo con esta visión, pienso que los niños están en formación y que pueden mostrar todo tipo de conductas indeseables pero para eso tienen padres, y un entorno social, para que les muestren cuáles de esas conductas sí le permiten integrarse y disfrutar de la interacción con otros.

El punto principal que me molesta sobre el artículo de Teller es que iguale la relación de pareja, o cualquier relación que puedan tener los padres con la de sus hijos. Y esto creo que es una gran corriente actual más fuerte que supera a la de la supuesta religión paternal, la idea de que los niños son iguales a los adultos, está muy extandida, y a partir de eso se crean una serie de expectativas sobre la manera en que deben comportarse y que deben ser capaces de hacer en qué momento que no sólo, otra vez, deja de lado la comprensión de que están en proceso de desarrollo que no es lineal, sino que nos hace olvidar los hijos son nuestra responsabilidad. Nuestras parejas son una elección y aunque es importante tener, por ejemplo, una vida sexual, que en realidad era el primer punto que el artículo de Waldman tocaba, la vida se ha transformado para convertirse en algo diferente. No son cosas separadas la pareja de la paternidad, sino algo integrado, que se llama familia. 

Siempre se puede encontrar un tiempo para compartir como adultos, si la familia está bien organizada y hay una estructura sólida. Si hay horarios establecidos, como la hora de dormir y rutinas diarias, el niño se sentirá seguro y podrá ir a dormir temprano, dejando tiempo para que los padres puedan convivir un rato por la noche, o incluso puedan tener tiempos individuales, que también son necesarios.

Pero reitero, criar, educar, proveer y amar a nuestros hijos es una responsabilidad, una que tomamos hasta cierto punto de libre elección aunque no lo hayamos planeado. Cada vez que tenemos relaciones sexuales con alguien estamos aceptando esa posiblidad aún cuando se usen métodos de anticoncepación, que todos sabemos que son falibles, especialmente en los países donde la interrumpción del embarazo no es legal y sólo se la pueden permitir sin riesgo los de las más altas clases sociales. Así que cuando no embarcamos en la aventura de la paternidad debemos tenerlo claro, hay que asumirlo, no es justo no priorizar a los niños, porque dependen de nosotros, y nosotros somos los adultos, no es la misma estructura que hay entre una esposa y un esposo.

No creo que actuar de esta menra impoda una vida sexual plena, estoy en desacuerdo con Waldman en que las mujeres dejan de tener relaciones con su esposo porque su pasión ha sido reasignada a sus hijos, pienso que las causas son otras. Además de que no creo que su esposo debe ser el el centro de sus pasiones cómo ella dice, creo que el centro deben de ser ellas mismas, y que sus pasiones pueden ser sexuales y tambíen de otras índoles. Pero hay todo un estigma social sobre el sexo, sobre la lactancia como algo desagradable, hay muchas malas episiotomías que dejan a las mujeres con molestias para el coito, hay muchos traumas ocasionados por la violencia obstétrica y hay muchos hombres que huyen del ambiente caótico y estresante del hogar que acaba de recibir a un bebé, tambien. Dejemos de culpabilizar a la mujer por la calidad de la vida sexual de las parejas, es un asunto compartido.

Personalmente nunca tuve dificultad ni falta de líbido y disfruté de mi sexualidad sola o acompañada tanto o más que antes de tener un hijo. Mi experiencia de parto fue suave y hermosa, en un ambiente bastante respetuoso, a pesar de algunos leves detalles, creo que esto tiene un gran impacto en mi, y en mi relación armoniosa con mi hijo y pareja.

Creo que el punto de partido de Waldman, es justo el problema de toda esta discusión. está partiendo de la culpa, de la culpa de no ser como las demás mamás del grupo, provocada por un ámbito de crítica irrespetuosa, preguntándose qué está mal con ella por no querer más a sus hijos que a su esposo, y es que esta forma de verlo es demasiado simplista, si hay miles de colores y dimensiones en el universo ¿ para qué ver la cosas blanco y negro? 

El amor por nuestros hijos es distinto que el que sentimos por nuestra pareja, o por nuestros hermanos, padres, amigos del alma, yo no escogería uno por encima de los demás (excepto a mi hijo, no sólo porque lo amo sino porque depende de mí), ni tampoco sacrificaría la maravilla de la vida sexual en pareja, se puede de todo, creo, por un lado hay que organizarse y por otro tener muy claro cuál momento de la vida estamos viviendo, mientras nuestros hijos son pequeños, necesitan mucho de nosotros, es cansado y hermoso, pero también es temporal y nuestra responsabilidad. Y así como debemos enseñarles a tolerar la frustración de que las cosas no sean cuando ellos las quieren y cómo ellos la quieren, como adultos debemos también practicar esta habilidad.

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