domingo, mayo 21, 2023

La pérdida de la amistad


Las pérdidas me resultan muy difícil de procesar, y esto no me hace distinta a muchas personas neurotípicas (es decir la mayoría de las personas, con un cerebro con conexiones como las de las mayoría de las personas), pero desde mi manera de vivir neurodiversa, las cosas que vivo son distintas.

Hasta ahora no tengo un diagnóstico de autismo o asperger, sin embargo me reconozco en ese espectro desde hace mucho tiempo. Este asunto ha implicado mucho dolor para mí, porque continuamente he recibido comentarios muy agrios de profesionales de las salud mental y otras muchas personas que piensan que yo quisiera ser autista para llamar la atención, por hacerme la interesante, para recibir medicamento psiquiátrico, porque está de moda, etc. No ha sido divertido vivir siendo distinta a los demás, comprendiendo el mundo de manera diferente a otros sin siquiera saber porque era diferente, que había otras personas como yo, y que la mayoría eran distintos y que esa era la razón por la que resulta tan difícil entenderlos, contrario al mito que se difunde sobre los autistas, muchos sí tenemos un intenso deseo de integrarnos, de tener amigos, de formar relaciones afectivas.

En el proceso de vivir con otros y sobrevivir sus maneras de socializar y especialmente en las experiencias académicas (y más tarde las laborales), las personas no neurotípicas, tenemos que hacernos de diversas estrategias y métodos -algunos de ellos muy dañinos para nosotros-, para "pasar desapercibidos" con nuestras diferencias, y cumplir con todas las demandas de la vida social.

Las mujeres solemos ser más eficientes ocultando nuestros razgos de autismo, por lo que es mucho más común que no contemos con un diagnóstico, también porque muchos de los protocoles de la salud se llevan a cabo tomando en cuenta cómo se manifiesta la condición en los hombres solamente, sin considerar cómo podría ser distinto para las mujeres.

Una de los cosas que me suele ocurrir es que no entiendo bien la dinámica de los chistes y las bromas, es verdad que a menudo me resultan ofensivas, pero al ver que es una situación en la que parece que todos se están divirtiendo mucho, eso me hace tener muchas ganas de participar, sin embargo, con frecuencia mis chistes no son como los de los demás, por más que llevo toda una vida estudiándolos desde un punto de vista racional y tomando notas mentales. Para mí es claro que no tiene ninguna lógica en realidad, se vale hacer bromas altamente ofensivas, pero hay temas con los que te debes meter, por ejemplo pudes decir cosas denigrantes sobre la supuesta sexualidad de la persona mientras que no te metas con comentarios basados en la realidad sobre su desarrollo académico. 

Es para mí difícil salir a la calle, hay muchos aspectos de la vida diaria que me causan estrés, sobreestimulación, ansiedad, etc., en este sentido la simple vida diaria resulta en violencia y casi tortura psicológica para mí. Es mucho peor en el salón de clase, donde, hay un serie de reglas hechas por neurotípicos que no tienen mucha lógica y están pensadas sólo para ellos y que no toman en cuanta para nada a personas distintas a ellos, además argumentan que son obvias y lógicas, lo cual me suele hacer sentir estúpida.

Tengo la fortuna de tener ciertas inteligencias que me han ayudado a sobrellevar todo esto, y obtener buenas calificaciones en general, pero al mismo tiempo, todas estas dolorosas adpataciones, juegan en contra de mí misma, porque cuando quiero expresar mi dificutad con algún aspecto del proceso de aprendizaje normalmente soy ignorada, las respuestas van desde no decirme nada, a decirme que esfuerce más, que todos pueden hacer eso, que es obvio, etc.

Cada cierto tiempo tengo también problemas en mi vida social, porque las personas dicen que soy muy agresiva o hiriente, incluso llegué a perder a todas mis amigas durante el segundo o tercer año de la carrera de la UNAM cuando tenía unos 22 años. En general no entiendo lo que está ocurriendo y aunque puedo reconocer mis comentarios quizá pasados de tono, no puedo diferenciarlos en intensidad de otros que los demás dijeron o me dijeron que me parecieron enormente hirientes.

Cuando esto pasa suelo perder amigos, y eso es una enorme pérdidad para mí. Me causa un dolor casi físico, vergüenza y casi odio hacia mí misma. Lamento haberme abierto a la interacción, especialmente porque a cada momento de mis relaciones con los demás estoy haciendo grandes esfuerzos (algunos me salen naturales, una hiperempatía y otros son forzadízimos, pero sé que son esperados socialmente) por ser una buena persona y una buena amiga. Tengo muy arraigado que mi único valor consiste en ser buena y a cada momento me esfuerzo por serlo y me reviso para ver si lo estoy logrando. Todo esto es, por supuesto, emocioalmente muy agotador.

Al final me quedan algunas pocas amigas que me comprenden (o tal vez me toleran) y los procesos de pérdida que me atormentan hasta las lágrimas por semanas enteras seguirán ocurriendo seguramente durante toda mi vida. Yo procuro mejorar cada día y disculparme de lo que hago y etcétera, o de reprimirme al máximo en mis interacciones sociales, pero no estoy muy segura de si podré o querré cambiarlo. Esta situación me atormenta enormemente y me hace sentir mala persona.

En cuanto a los procesos académicos hay mucho que podría decir y mucho que los profes podrían hacer por tener aulas más incluyentes que ni si quiera implican enormes cambios necesariamente, quedo siempre agradecida con los maestros que por cualquier razón son más felixibles y comprensivos.    

domingo, abril 10, 2022

Negligencia y abuso

Ahora que tengo un hijo adolescente, reflexiono sobre mi propia adolescencia.

 Mi infancia ha sido borrada, parcialmente por el trauma que viví; tengo en blanco los años inmediatamente posteriores a la separación de mis padres, sólo recuerdo tener la certeza de que mi padre había muerto cuando me dijeron que no lo vería más, tendría 8 años.

Durante mi adolescencia sufrí de negligencia, hubo varios días en los que no probé bocado. Recuerdo los dolores de cabeza de hambre y las porras internas que me daba yo misma por poder manejarlo bien, convertir el hambre en otra sensación. 

Viví al menos 12 años en una relación de abuso y maltrato, es complicado sanar de eso, pero más que nada puedo apreciar que mi neurodivergencia no me permitía tener las herramientas apropiadas para enfrentar las situaciones de abuso, cómo mi mente es rígida y limitada, no se me ocurría que las cosas pudieran ser de manera distinta, no tenía a quien acudir, fui fácilmente aislada.

Ojalá alguien me hubiera protegido.

Trato de darlo todo en la maternidad, parte de las secuelas de la relación violenta es el horrible dolor de tener que afrontar acusaciones de maltratadora, abuso de poder, etc. No tengo marco teórico, mi cerebro no tiene esas partes, no conozco la vida, en cierta forma.

Mi compañero actual me ha ayudado a dar brincos en mi comprensión del mundo y mi autopercepción.

Es un regalo, y aún así alguien debió de haberme protegido, al menos cuando era una menor de edad.

domingo, abril 03, 2022

Un gran día

 Escribí este relato como parte de una tarea para la nueva licenciatura que estoy cursando, la idea era vincularla con esta fotografía.



Luis lo sabía, éste sería su día. 

-¿Ya te lavaste las orejas Luis? - gritó su mamá desde el piso de abajo.

-Si, mamá.- Dijo Luis mientras colocaba con mucho cuidado a Estela la tarántula en el centro de su pañuelo y la envolvía suavemente. Metió el pañuelo en el bolsillo de su overol y bajó corriendo las escaleras.

En la cocina ya estaban sentados a la mesa sus hermanos menores, Paco y Luisita, comiendo frijolitos con tortillas.

-Siéntate y come que se te hace tarde Luis, ¿le preguntaste a tu maestra cuando van a hacer la posada?, necesito saber si te tocan los de dulce o de rajas.

-Si, mamá.- Sonrió Luis mientras limpiaba el plato con su tortilla. -Ya me voy mamá.

-La bendición. Te regresas derechito de la escuela, nada de andarte distrayendo.- Doña Lupe se volvió a levantar los platos del desayuno.

Por el camino iba Luis pensando en Marcelita, era la niña más bonita del mundo. Tenía la misma estatura que él, ojos brillantes, cabello rizado siempre recogido detrás de las orejas con peinetas, y la voz más dulce jamás. Además traía siempre un delantal celeste con grandes bolsillos sobre su vestido. Todo tipo de cosas interesantes traía en sus bolsillos; plumas, hojas, piedras de colores y hasta el cráneo de una rata trajo un día; estaba completamente limpio, y se podían ver con detalle todos los dientes. Marcelita era genial, y nunca había podido atrapar una tarántula, quedaría impresionada, sí, hoy era un gran día.

Nada más llegar al salón se acercó Luis a Marcelita y le dijo que le tenía una sorpresa. Se escondieron debajo del escritorio de la maestra y abrieron el pañuelo. Los ojos de ella brillaron aún más, tomó a Estela la tarántula y la empezó a observar y a acariciar suavemente sus patas peludas. Justo en ese momento Lalo empezó a pegar de gritos y llorar. Su hermano gemelo, Leo, lo había pellizcado una vez más, los gemelos siempre estaban peleando, Leo era fuerte y alto, Lalo flaco y pálido porque Leo siempre le robaba la comida. 

La maestra, Esperancita entró al salón. - ¡A sus asientos!, Leo y Lalo, se quedarán a limpiar el salón, otra vez, ¡ya deja de llorar Lalo!.

Los gemelos, se vieron entre sí, ¡y claro!, un zape le tocó al más flaco.

Sin que la maestra se diera cuenta Luis y Marcelita salieron del escritorio y corrieron a sus pupitres, en el apuro olvidaron a Estela.

-Vamos a comenzar con las tablas de multiplicar, uno por uno... uno por dos... uno por tres...

De pronto Lalo comenzó a llorar de nuevo.

-¿Ahora qué pasa Lalo?

-La ñaraña, maestra.

-¿La qué?

-La ñaraña maestra, en su tobillo.

-¿Qué?, ¡Ah!, ¡qué asco!- Dijo la maestra Esperancita mientras sacudía su pie haciendo caer a Estela y luego la aplastaba con su zapato. -Marcelita, trae la escoba y el recogedor.

-Sí, maestra.

-¿Qué es eso de allí?

-Nada maestra.

-¡Levántalo, Marcelita!, anda, dámelo ya.

-¡Luis Olvera!, ¡Ven aquí!

Luis se levantó lentamente y avanzó hasta el frente del salón.

-¿Es este tu pañuelo?

-Si, maestra Esperancita. -Contestó Luis con un hilo de voz.

-¿Tu trajiste esa alimaña?

-No le diga a mi mamá, por favor.

-La vas a ir a llamar ahorita mismo.

-Por favor, no...

-No me discutas, ándale, ve por ella.

Luis salió de la escuela arrastrando los pies. No se pudo sentar por tres días, después de ese inolvidable lunes, por las nalgadas que su mamá le propinó, pero nunca olvidó los ojos de Marcelita brillando mientras miraba a Estela.

¿Dónde estará Marcelita ahora?

martes, octubre 05, 2021

Quiero estar de regreso

Tengo mucho que decir.

Sigo reflexionando sobre las implicaciones de ser maestra, madre, compañera.


Durante los ya 18 meses de la pandemia han pasado muchas cosas.

A pesar del miedo e incertidumbre paralizante de las primeras semanas, me obligué, como siempre, a seguir adelante. 

Y ha sido un camino lleno que cosas lindas, desde que en febrero de 2018 comencé con las clases de inglés para bebés y en octubre de 2018 con las de música para bebés. Pocas semanas después del comienzo del confinamiento empecé a experimentar con la clases virtuales y pude adaptar no sólo los proyectos que ya tenía, sino también crear nuevos, expandiendo los límites de mis clases a nuevas propuestas, edades, actividades, etc.

Me encanta innovar e imaginar nuevas formas de hacer actividades en el formato virtual, es como un reto divertido para mí -al menos ahora- crear juegos que se puedan hacer en línea.

Me gusta pensar que el espacio de las clases conmigo han sido también un remanso de paz para los niños, adolescentes e incluso para adultos. Mis clases son siempre lúdicas, breves y ambientes de respeto, me gusta empoderar a los alumnos y dejar que elijan lo que quieren hacer y cómo lo quieren hacer, a veces sufren cuando ingresan a algunas instituciones escolarizadas porque "no siguen instrucciones", no se si es mi culpa, ojalá no les esté causando dificultades.

El hijo sigue haciendo mil cosas increíbles, la prepa, parte de la licenciatura en composición musical, fotografía análoga, guiones de cine, básquetbol y lo que se acumule esta semana.


Esta foto es de una serie que me tomó el hiji antes de que me cortara el pelo de sirena pandémica que ya me llegaba a los muslos.

Una de las cosas que me hace más feliz recientemente es mi proyecto de Biblioteca Milpa.


Sigo en los esfuerzos, esta vez quizá más serios, pero mejor ni decir nada, por escribir mi tesis y graduarme, veremos.


Me da gusto estar de vuelta, estar enamorada, feliz, plena, en la vida, en el sur, otra vez.

lunes, noviembre 02, 2020

Cuando decidí hacerlo privado escribí esto

No sé si podré hacerlo público de nuevo, llevo mucho tiempo sin escribir porque ahora tengo un hijo adolescente y no puedo hablar libremente de lo que pasa.

Estoy tan harta, tan triste, enojada y cansada de tantas cosas no puedo ni decir.

miércoles, noviembre 20, 2019

Miedo de leer


Tenemos muchos libros, si. Somos ávidos lectores, si. Sin embargo, tal vez nadie sospecha, que nos aterra leer. Al menos a mí. Una de las razones por las que no siento que me haya ganado mi título universitario (que no tengo igual porque no he escrito mi tesis), es porque siento que pasé la carrera de noche. No podía nunca leer al ritmo que todas mis compañeras inteligentes. No entendía cómo hacían, y es que, probablemente, nunca lo iba a lograr, no sólo porque la carga de lecturas a veces era realmente excesiva, sino porque tengo problemas de aprendizaje. Ya sea por autismo, asperguer, dislexia o déficit de atención, me cuesta enormemente leer, aunque me gusta, aunque amo los libros, aunque siempre estoy hablando de libros, los llevo en la mochila y hasta en el kindle reader del celular, los recomiendo y todas las actividades didácticas que diseño para mis alumnos nacen de algún cuento para ellos; me cuesta, mucho.


Por eso me causa enorme incomodidad cuando alguien me toma por lista, conocedora, o piensan que he leído todos los libros que tengo en casa. Siempre hay comentarios así y yo contesto con alguna sonrisa chueca y cambio de tema. No, no he leído la mayoría de los libros que tengo, de momento no puedo dedicar mucho tiempo a ello. Si, sigo adquiriendo libros, algunos para mis alumnos, otros porque nos pueden llegar a servir o porque alguien ya no los quiere, aún me queda tiempo, ya los abordaré, no hay prisa.



Agradezco mis, digamos, dificultades de aprendizaje, porque me permiten ser mejor maestra, o al menos estar pendiente de más cosas y buscar más métodos y técnicas para enseñar. Pero a veces es horrible y grito como una loca llorando estrepitosamente en la cocina luego de copiar por tercera vez el coral de armonía y aún seguir cometiendo errores, confundiendo claves y notas que están en una raya o en otra. Es difícil, nunca da tregua, es difícil todos los días y los maestros no lo entienden. Seguimos adelante.


En fin, que terminé al fin ese libro de pequeños monólogos sobre personajes de la Edad Media, lo recomiendo muchísimo, está divertido e informativo, excelente material para trabajar con adolescentes. Y sí, apenas estoy seriamente tratando de leer el libro de Coopland que debí leer hace mil años, o 19, cuando lo compré por primera vez por recomendación del maestro de música en la carrera de teatro, va lento y un poco difícil pero va.

Ya se respira la navidad y con ella, las ganas de pasar metido en la cama todo el día e hibernar.

Pásenla lindo y salven el semestre, si pueden, yo lo intentaré.


lunes, noviembre 04, 2019

¿Alumnos difíciles?

Me molesta esa etiqueta, no me gustaría que me la pusieran a mí.

Yo he hecho escuela en casa porque disiento terriblemente con las escuelas en general. En general me parece horrendo que los niños tengan que vivir muchas de las cosas que les pasan en las escuelas, y sin embargo soy maestra. Existe una contradicción entre las ideas que tengo en la cabeza con respecto a que los mitos deben ser libre de hacer lo que quieran y la estructura de mi clase que tiene actividades estructuradas que se siguen una a la otra. Trato de aliviar esta contradicción haciendo un esfuerzo por interesar a los niños en las actividades que hacemos, diseñarlas siempre tomando en cuenta sus intereses y necesidades de desarrollo, además de que procuro ir modificando y adaptando la clase según los diferentes momentos del desarrollo por los que van pasando los alumnos y sus estados de ánimo. A mí me gustaría que los maestros con los que yo recibo clases tomaran en cuenta al menos mis discapacidades o dificultades de aprendizaje, pienso que es algo a lo que todos los alumnos de todas las edades tienen derecho, incluso está en las legislaciones educativas de muchos países pero casi nadie toma en cuenta. Estoy convencida de que comprendiendo las diferentes adaptaciones que se pueden hacer sería menos laborioso para los maestros enseñar, que seguir haciendo lo que están haciendo ahora, queriendo que todos aprendan de la misma manera y teniendo que repetir sus explicaciones varias veces, entre otras cosas.

A veces me cuesta llevar a cabo las actividades de mi clase con algunos niños.

Una de las razones porque esto ocurre es porque los niños están cambiando. Este es un primer caso, y esto fue lo que hice al respecto.

A veces hay niños que empiezan a asistir a mis clases con uno o dos años de edad y están muy contentos con la progresión de actividades que la clase tiene y de pronto, un día, ya no les interesa hacer eso que estamos haciendo, sino correr en círculos con los demás niños. Esto suele ocurrir cuando cumplen tres o están por cumplirlos. A algunos niños les dura unos tres meses y a otros más tiempo. A menudo las madres se sienten frustradas porque su niño ya no sigue las indicaciones, algunas mamás procuran hacer que el niños siga las indicaciones y otras los dejan correr libremente.

Cuando esto empezó a ocurrir por primera vez en mis clases, me tomó por sorpresa. Pero pude entender que se trataba de nuevas necesidades de desarrollo que tenían los niños. Una de las cosas que procuré hacer fue integrar más actividades que implicaran movimiento y alternarlas con las que llevamos a cabo sentados. Esto en general ayudó a que la clase fluyera mejor y pudieran concentrarse en ciertos momentos. Cuando las madres están forzando mucho al niño normalmente les digo que los dejen hacer lo que quieran, porque sino, a veces los niños se enojarán tanto que se pondrán a llorar. Por otro lado cuando algún niño sólo quiere correr y hacer a los demás correr con él, aún cuando los demás están concentrados, suelo atrapar a ese niño y sentarlo en mis piernas, además de procurar felicitar a los niños que si están haciendo la actividad, en lugar de poner la atención en el que está haciendo cosas distintas. En general esto me ha funcionado bien.

En un segundo caso tuve niños que desde el principio no querían seguir indicaciones y querían retar la autoridad todo el tiempo, incluida la de sus papás, que están allí en el salón con ellos. Estos niños son más grandes, tienen 4 años.

Después de varias semanas intentando varias cosas distintas, llegué a la conclusión de que tal vez estos niños tenían muy poco poder de decisión sobre lo que pasa en sus vidas durante todo el día. Ya que asisten a un kinder y luego tienen varias actividades por la tarde. Me pareció que era importante darles más poder de decisión en mi clase y por supuesto concentrarse en lo que están haciendo bien y felicitarlos, también he procurado que los papás noten lo que hacen bien y los reconozcan. Estos cambios han hecho que estos niños florezcan, y empiecen a hacer cosas más complejas. Un tema importante con niños de esta edad es la justicia, estoy pensando en llevar un dado para decidir de manera más democrática o al menos azarosa, quien pasa primero y así. También me gustaría diseñar tarjetas de las diferentes actividades que hacemos en clase para que puedan elegir y estructurar ellos mismos su clase. Me parece importante darle importancia a lo que quieren hacer, como por ejemplo colorear por más tiempo o tocar el tambor y permitir que puedan estar haciendo cosas distintas a diferentes tiempos.

Otra cosa importante, tanto con estos alumnos como con los demás, es tratar de nunca decirles que lo que hacen es difícil, o peor, que va a ser difícil, incluso cuando realmente lo sea incluso para nosotros como maestros. Pero también reconocer cuando hacen algo increíble y expresárselos con mucho entusiasmo a ellos y a sus mamás y papás. Creo que a veces no se dan cuenta de los increíbles logros que sus hijos tienen, ya sea por desconocer teoría musical o porque se siente muy natural en la clase.

En fin, que sigo aprendiendo cómo ser maestra, siempre preocupándome por mejorar y entender mejor a los alumnos.

domingo, noviembre 03, 2019

¿Porqué soy maestra de música?

No sé. Porque así pasó.

Me gusta mucho lo que hago, podría escribir mucho sobre las diferentes técnicas y materiales que diseño para mis alumnos, siento empatía real por todos mis alumnos y me preocupan genuinamente. Me gusta mucho la enseñanza de la música y creo que el trabajo que hacemos con ellos es relevante para su desarrollo integral. Pero no es esto lo que soñé hacer cuando era niña o joven, ni tengo claro que será lo que haré el resto de mi vida.

Estoy mayor, pronto tendré 40, es aterrador, porque empieza una a hacer balances y tratar de ver que cosas importantes ha hecho, qué aportes, qué logros. No sé. Si sé.

Soy maestra de música porque es la única actividad profesional que he podido desempeñar al mismo tiempo que ser madre. Yo si tenía aspiraciones cuando tenía 4, 15, 18, 24 años. Incluso después de había nacido mi hijo y sentí que mi misión era acompañar mujeres en el parto, cuando estudié para educadora prenatal. Sin embargo no, no he seguido mis pasiones por escribir, por ser bailarina, por actuar, más bien he seguido lo que se me ha presentado, he hecho cualquier actividad que se me presentara que me permitiera seguir cuidando y criando a mi hijo y al mismo tiempo hacer escuela en casa sin la ayuda real de nadie. Es decir, he recibido apoyo económico y participación esporádica de algunas personas, pero nunca nada que me permitiera a mi asumir compromisos profesionales serios que pudieran permitirme algún tipo de desarrollo.

Es así, estoy agradecida y me gusta hacer lo que hago, me empeño en hacerlo bien, incluso exagero, o al menos me esfuerzo más que lo que suelen hacerlo la mayoría de los maestros en mi posición. Pero es algo que simplemente llegó a mi vida.

La historia es masomenos así; en algún momento de la educación de escuela en casa de mi hijo se volvió imperioso que aprendiera inglés, ya que sólo con un currículo gringo podía certificar años escolares de primaria antes de cumplir 10 años. Así que sin método ni estrategia le enseñé inglés al hablarle en ese idioma en nuestra vida cotidiana. De pronto él hablaba y leía inglés muy bien. Entonces una amiga me pidió que le enseñara a sus hijas, así que empecé a darles clases y luego tomé un curso para ser maestra de inglés para primaria. Luego más personas me pidieron que les enseñara, así que tomé otro curso para dar clases de inglés a adolescentes y adultos. Después otra amiga me pidió que le enseñara inglés a su bebé y a ella, así que creé un curso de inglés para bebés. Después me pidieron que diera clases se música para bebés, y me animé a hacerlo con mis limitados conocimientos con el apoyo de mi hijo, que empezó a trabajar a mi lado desde los once años. Me volvió a pasar que sentí la necesidad de mejorar mis conocimientos de música (como me había pasado con el inglés) para ser una mejor maestra. Luego pasó que mi hijo fue admitido a una licenciatura en música a pesar de tener sólo 12 años y no haber terminado la preparatoria, así que hice yo también el examen y con dificultad logré ingresar yo también a esa licenciatura, pero en la modalidad diplomado. Y luego pasó que llevé mis clases de música a la misma escuela donde estudio para poder pagar mi colegiatura, lo cual implicó aceptar un trato no tan ventajoso pero también crecer como maestra. Ahora tenemos 30 alumnos y probablemente lleguemos a 50 antes de que termine el año escolar. Nuestra clase es muy exitosa, en el sentido de que niños y mamás están contentos y se desarrollan muy bien, logrando increíbles cosas en la música y otras de sus habilidades.

Nos va bien, mi hijo es increíble maestro y alumno, yo soy una alumna de regular a mediocre, pero me esfuerzo, cuando puedo, dedico una gran cantidad de tiempo a ser mamá, ama de casa, a preparar mis clases, a dar clases y a asistir a clases. Dedico muy poco tiempo a estudiar, siempre es difícil. Estoy cansada y estresada. No estoy segura de que quiera ser maestra de música el resto de mi vida, en general me desagrada la idea de tener que hacer lo mismo por mucho tiempo, no logro acomodarme en esa idea de vida, en ese plano del desarrollo profesional.

Siento que no sé quien soy ni que quiero, estoy perdida, pero al menos estoy haciendo algo. A menudo pienso que debo de dejar de estudiar música porque me cuesta tanto, porque no tengo el don de todos los demás, porque estoy tan mayor. En general me siento estúpida en todas las clases, siempre resulta que todos saben hacer cosas o entienden fácilmente cosas con las que yo batallo terriblemente.

Sospecho que además de autismo tengo problemas de dislexia, pero nada de eso importa ni será tomado en cuenta por los maestros, según parece.

Las dificultades económicas aún son grandes, a menudo no me sale para los pasajes u otras cosas básicas como el recibo de la luz. Normalmente logro salir adelante con ingenio, creando nuevos cursos o vendiendo algún producto. Pero es difícil y desesperante, me tiene de malas e irritable. Me siento muy sola, sin apoyo real ni orejas disponibles, ya sea porque se han abierto brechas irreparables o porque mis gentes están muy ocupadas en sus propias vidas complicadas. Mejor no molestar. Tampoco hay tiempo nunca para encontrarse, todo es correr.

Me siento profundamente decepcionada conmigo misma todo el tiempo, considero que mi desempeño es malo, como madre, como hija, como alumna, incluso a veces como maestra. Temo acercarme a pedir ayuda porque a menudo recibo comentarios agresivos que sólo me hacen sentir peor. Prefiero protegerme aunque implique aislarme.

Pienso que todo esto tiene que ver con la marginación que se vive por ser mujer y, por supuesto, por la descomposición social y económica actual.

Nuestra vida hogareña es precaria, mil cosas no funcionan en mi casa y no las puedo arreglar. No rindo bien como ama de casa, cocinera, limpiadora.

Mis alumnos son increíbles y más mi hermoso hijo que también sufre por todas estas cosas que vivimos y mi mal humor y mal desempeño.

En fin, seguiré echándole ganitas, jajaja.

domingo, septiembre 29, 2019

Donde estoy ahora

Estoy en la cocina, escribiendo esto en lugar de ponerme a estudiar, aunque precisa.

Estoy enojada y frustrada, llevo todo el fin de semana tratando de mejorarle el ánimo a mi hijo luego de que su "papá" nuevamente hiciera una de sus movidas defraudantes y de que la psicóloga la cagara y no lo admitiera. No he tenido un éxito total, como es de esperarse.

Como todos los domingos a esta hora estoy harta y desesperada. Hoy si hay agua, pero toda la semana se ha ido por las noches o a veces a pleno día, a las 4 o así, todas las veces, una vez que el agua se acaba, no habrá sino hasta el día siguiente, en algunos casos, puede escasear por días sin previo aviso, nunca se sabe.

El miércoles pasado asistí a mi clase de violín sin haber estudiado nada, desde el viernes anterior. Mi maestra es dulce y agradable, pero estaba profundamente molesta, podía notarlo, mientras yo batallaba terriblemente con la lectura a primera vista de los ejercicios. En un momento me pidió que le diera alguna explicación. Nunca se que decir en una situación así, todo suena a pretexto, pero a la vez me siento muy frustrada de que nadie de verdad pueda siquiera imaginarse cómo es mi vida.

Un día como hoy me levanté tarde, a las 11:30, tratando de recuperar el sueño perdido durante la semana. A las doce ya estaba preparando café y desayuno, puse un par de lavadoras, serví de comer, lavé platos sucios que se habían ido quedando en la semana, como tópers que no tenían nada perecedero, quizá algunas boronas, pero no tuve tiempo de lavar antes. No logré sacar la ropa antes de que amenazara la lluvia así que hubo que tenderla dentro de casa, rellené el filtro, hice 3 litros de concentrado de jamaica para la semana, limpié el refrigrador, barrí la cocina, tuve que trapearla completa porque se rebalsó el agua que salía de la lavadora y desemboca en el fregadero, ayudé a mi hijo a preparase gelatinas, hice dos litros de coulis de fresas y moras, preparé vasitos de yogurt con fresas para mañana, hice sánwiches a la plancha, preparé elotes con mayonesa y queso parmesano rallado y serví caldo de pollo, todas estas cosas para evitar oportunamente que se fueran a echar a perder. Limpié esquinas tenebrosas llenas de arañas y bichos, lavé ollas una y otra vez, reorganicé los alimentos y los tópers secos, separé la ropa para las lavadas, lavé jergas y trapos, tallé algunas cosas a mano, hice bolsas de basura, desarmé cajas, organicé algún material que puede usarse en las clases que doy, revisé la cantidad de alimentos que hay e hice notas mentales sobre lo que hace falta comparar, no tuve tiempo de ir al super, y a las 8:45 pm, cuando me metí a bañar me di cuenta de que no había parado ni un minuto desde las 12 ni para mirar mi celular ni para ir a mear ni para nada. Ni si quiera se bien qué fue todo lo que hice y si no hice nada del todo, sólo se que aún no he estudiado violín esta semana, ni tengo al dedillo las progresiones armónicas que me revisarán mañana en la clase, que peleé con mi hijo y me siento horrendo por haberlo hecho, que debo estar agradecida de que me pude bañar tan tarde por que ayer no tuve la oportunidad por falta de agua y tuve que sentirme sudada y asquerosa todo el día.

Entonces, cuando la maestra de violín me dice que porqué no me organizo y decido un tiempo para estudiar violín aunque tenga que dejar platos sucios un rato, o cuando el maestro de ensamble me dice que porqué no me preparo unos topers con comida para que me de tiempo de comer antes de su clase, la verdad no se qué decirles. Sólo pienso en el desasatre que resulta de "dejar los platos" y no poder lavarlos hasta el día siguiente y cómo eso hará que aumente la población de mini cucarachas contra las que lucho diario. Sólo pienso ¿quién y a qué hora va a preparar esos topers?.

Y si, estoy contenta y agradecida, esto contenta de que mi hijo pueda estudiar materias de la licenciatura en una escuela en donde el 80% de los maestros los tratan con respeto, estoy contenta de tener tanto trabajo que ahora yo también puedo estudiar materias de licenciatura en composición musical con maestros que en general no me humillan como los anteriores, los de la escuela pública.

Tengo un salón para mí donde tengo mucho de mi material, en lugar de ir cargándolo en la espalada tres veces por semana. En general las mamás que llevan a sus hijos a nuestras clases aprecian nuestro trabajo.

Pero aún me siento profundamente incomprendida, cansada, harta.

Resiento comentarios que sugieren que tal vez el trabajo que mi hijo hace es sólo opcional y poco significativo, cuando las 7.5 horas semanales que trabaja junto a mí, son las que permiten que tengamos el proyecto que permite, a duras penas, pagar nuestra formación.

Hace un año esto hubiera sido impensable. Pero aún así es súper dificil. Y estoy muy sola en todo ello, siempre teniendo que sentir que mi trabajo no es valioso, no nos toman en serio ni los músicos ni nuestros parientes cercanos, y no, no creo que sea un asunto de simplemente "madurar", que es porque no soy un adulto de verdad que sigue afectándome que no me apoyen ni estén orgullosos de mí, o que me den algún tipo de reconocimiento profesional, de los aproximadamente 42 alumnos que tendremos, al menos un 90% los conseguí yo, con mi manejo de los proyectos y su promoción, con mi trabajo, no fue la institución la que los obtuvo. Nuestro ingreso es poco y de ninguna manera eso hace que el proyecto refleje eso, siempre estamos innovando y dedicándonos a nuestros alumnos.

Es difícil tomar un camino distinto del tradicional, luego parece que nu tienes derecho a quejarte de nada porque tu elegiste ese camino.

En fin, que aquí estoy y ya me voy a practicar el violín lo más bajito que pueda y con sordina, para que después la maestra me diga que no toco con suficiente volumen, es lo que hay, es lo que queda. Es un regalo del universo.


jueves, septiembre 12, 2019

Hacer escuela en casa

La mayoría de la educación que recibió mi hijo fue escuela en casa, probamos muchas cosas diferentes y también tuvimos que desarrollar habilidades que nada tienen que ver con el gusto por el aprendizaje. Ha sido un hermoso camino que ninguno de los dos queremos que se acabe aún cuando ya está cursando materias de una carrera universitaria.

En cierta forma se puede considerar un éxito lo que hicimos, sus contemporáneos aún no han terminado la secundaria y su nivel de inglés es el que se pide para una maestría. Más importante que eso, es una persona apasionada por aprender por el simple hecho de aprender, y le importan los demás, especialmente lo más pequeños, eso para mí, ya es lo más importante y me hace sentir infinitamente orgullosa.

Actualmente yo también estudio materias universitarias de música, algunas a la par de él. Para mí la música es una actividad terriblemente difícil, me cuesta todo; escuchar e identificar intervalos, leer música, tocar bien mi instrumento. Pero es algo que he perseguido desde chica. De una manera casi accidental ahora soy maestra de música junto con mi hijo, tenemos ya 5 grupos con un total de 20 alumnos y siguen llegando más.

Durante todo los años que he hecho escuela en casa con mi hijo, he conocido muchas personas que querían asesoría en este tema. Yo siempre he compartido gustosa todo lo que sé, lo que me ha funcionado y lo que no. En este momento de mi vida considero que la escuela en casa es lo mejor para un niño, si las condiciones de su familia lo permiten. Igual que con la lactancia, aún cuando nunca buscaría hacer sentir mal a una mamá por no haber podido dar el pecho o no haber querido, a mi me queda claro que la lactancia es lo mejor en más del 99% de los casos, no es algo a discutir, es una realidad. Hay muy pocos casos reales de intolerancia a la lactosa humana, aún cuando esto se diagnostica a menudo. El otro caso importante es cuando a la mamá le cause un conflicto que no se pueda resolver a tiempo, puede ser de tipo psicológico, en este sentido, su leche aún puede ser la mejor opción nutricional para su bebé, pero las secuelas a largo plazo que puedan crearse en la relación madre-bebé pueden ser más importantes.

Así como debemos hacer todo para derribar mitos en contra de la lactancia y darle todo el apoyo e información a una madre que lo quiera intentar, así mismo, me parece, debemos darle todo el apoyo a una madre que se proponga hacer escuela en casa. Cualquier tiempo que pase haciéndolo probablemente será provechoso para ella y para sus hijes.

No hay un método único, como no hay un niño o una familia igual a otra. Lo que si hay es un montón de mitos, prejuicios y mala onda en contra de quienes intentar caminar por este camino. Las cosas han cambiado en los últimos 10 años, era aún más difícil antes. Más de una vez tuve miedo de que incluso me quitaran a mi hijo, y recibí muchos comentarios hirientes de las personas más cercanas a mí, lo que debilitó mi red de apoyo, que ya de por sí es frágil para todo el mundo en estas épocas.

Yo soy sólo una persona, comparto mi historia porque de verdad quiero apoyar a otros, así como apoyo a las mamis de mis grupos que no dieron el pecho o ya no quieren darlo, así apoyo también a las que deciden escolarizar a sus hijos. Pero aún hoy no es fácil hablar de escuela en casa, me sigo topando con prejuicios y actitudes agresivas, que luego me dejan bajoneada por semanas.

Hacer escuela en casa no es perfecto, no crea niños genio, no hace niños perfectos, es caótico, difícil y un yugo aún mayor para cualquier madre en este sistema ya de por sí asquerosamente patriarcal. Pero para quienes lo quieren intentar les digo que vale la pena, toma años darse cuenta de porque nuestra intuición nos decía que era el camino correcto, pero de verdad que es maravilloso y que ustedes pueden, si necesitan hablar de esto, yo estoy aquí, les abrazo.